¡Bienvenidos de nuevo a este vuestro blog, amantes de la buena cocina y de los videojuegos!

Pues pasada ya la resaca de la celebración de esos 10 añazos que nos hemos cargado a la espalda y estando inmersos en unas buenas y merecidas vacaciones, que mejor momento para ir desempolvando alguna que otra receta del ostracismo de nuestro disco duro para vuestro total deleite.

Y la mejor manera para hacerlo es darle un buen homenaje a una de esas sagas que tan buenos ratos nos han hecho pasar gracias a muchos de los videojuegos que la conforman. Como bien hemos podido hacer nosotros durante alguno de estos días de descanso tan merecidos, al recordar grandiosas partidas tanto a dobles con amigos como contra la CPU al tercer juego de esa saga de lucha tan carismática como es Tekken y que hizo que los botones de nuestra PSX sudaran sangre.

Hablar de Tekken es como hablar de uno de esos culebrones turcos que ve tu abuela en horario de sobremesa, pero eso sí, con menos amoríos y más patadas voladoras. Desde 1994 hasta hoy, los Mishima han convertido el “quién hereda la empresa” en la excusa perfecta para tirarse de acantilados, lanzarse a volcanes y, de paso, organizar torneos de artes marciales que parecen congresos internacionales de luchadores de lo más variopintos. Por ello, vamos a resumir muy a nuestra manera, ya lo sabéis, la historia de esta saga para no dejar de lado ninguno de sus títulos y poder dar a conocer alguno de sus datos más curiosos, tal y como hicimos con Halo en la anterior receta.

El primer «Tekken´´ (1994, arcade / 1995 en PlayStation) fue el experimento que lo empezó todo. En plena era 3D, cuando Sega con «Virtua Fighter´´ llevaba la delantera en eso de a lo que dar puñetazos poligonados se refería, Namco decidió darle su propio toque: luchadores menos realistas, más carismáticos, y una historia tan absurda como hipnótica. ¿Quién necesita un buen guión cuando tienes a un tipo con un peinado harto de gomina barata lanzando a su hijo por un barranco? Pues eso es lo que nos ofreció el primer título que, aun siendo gráficamente algo tosco en lo visual, y apuntaba maneras en lo que en la jugabilidad se refería nos ofreció a los jugadores unas buenas dosis de combos, diferentes estilos de artes marciales y la promesa de que esto iba a crecer.

Con «Tekken 2´´ (1995 arcade / 1996 PlayStation) la cosa se puso seria. Más personajes, mejor fluidez y la confirmación de que el drama Mishima iba para largo: Kazuya, que en el primer juego parecía el protagonista heroico, resulta ser más malo que un dolor de muelas. Aquí se establecieron pilares de la saga como King, Paul, Lei o Baek, y el combate empezó a ser menos robótico. Además, en lo narrativo aparecieron los primeros tintes de la locura demoníaca que definiría a la familia. Eso sí, si jugabas en PS1, prepárate para esas intros CGI que, en su momento, parecían cine de Hollywood.

Y entonces apareció «Tekken 3´´ (1997 arcade / 1998 PlayStation), la explosión definitiva. El salto técnico fue tan grande que parecía de otra generación: movimientos más rápidos, animaciones fluidas, el sidestep que permitía esquivar en 3D de verdad de la buena y un plantel renovado que dejó huella. Se retiraron muchos veteranos (aunque estaban sus sucesores espirituales, como Julia en lugar de Michelle) y entraron iconos como Hwoarang, Eddy, Ling Xiaoyu o Bryan. Y claro, estaba Jin, que pasaba a ser el protagonista absoluto. En la historia, Ogre, sí ese villano que parece que hace cosplay comprado en Aliexpress de un Pokémon legendario, se cargaba a los luchadores más veteranos y Heihachi organizaba el tercer torneo para atraerlo, con Jin como cebo. Pero más allá de la trama, lo que lo hizo memorable fueron sus extras: el modo Tekken Force, un beat’em up que parecía sacado de otro juego, y el desternillante Tekken Ball, vóley de playa a puñetazo limpio. Sumado a una legión de personajes desbloqueables, Tekken 3 se convirtió en el rey absoluto de la PS1 y en el juego que definió la saga.

El fenómeno fue tan grande que dio pie a «Tekken Tag Tournament´´ (1999 arcade / 2000 PlayStation 2), que inauguró la era de PS2 con un festival no canónico donde se juntaban personajes de todas las entregas en batallas por parejas. No tenía historia, pero ¿a quién le importaba? Era el sueño húmedo de cualquier fan: el sistema de combate más pulido de la época, gráficos espectaculares y combos imposibles a dos manos. Era como un “spin-off premium” que demostró que la saga podía experimentar sin perder calidad.

Con «Tekken 4´´ (2001 arcade / 2002 PS2) Namco intentó arriesgar. Introdujo escenarios con desniveles, combates más lentos y un tono más oscuro. Volvía Kazuya, porque claro, sobrevivir a un volcán en Tekken es tan normal como caerse de la bici y levantarse, pero aun así la narrativa tomaba un giro más serio. Fue un juego divisivo ya que algunos jugadores lo adoraron por innovador y otros lo criticaron por romper el ritmo que la saga había perfeccionado.

Ese bache se arregló con «Tekken 5´´ (2004 arcade / 2005 PS2), considerado por muchos el regreso triunfal. Recuperó la velocidad, pulió el sistema de combate y añadió extras deliciosos: un modo historia alternativo tipo beat’em up llamado Devil Within, y la posibilidad de jugar a los arcades de Tekken 1, 2 y 3 dentro del propio juego. Como guinda, presentó a Jinpachi Mishima, el abuelo poseído nuevamente por (¡oh,sorpresa!) otro demonio, confirmando que en esa familia no se salva ni el perro.

La versión extendida, «Tekken 5: Dark Resurrection´´ (2005 arcade / 2006 PSP y más tarde PS3 digital), fue muy popular en recreativas y portátil, con nuevos personajes como Lili y Dragunov que hoy son indispensables. Luego llegó «Tekken 6´´ (2007 arcade / 2009 PS3, Xbox 360 y PSP), que apostó por la grandilocuencia: escenarios destruibles, el sistema Rage para remontadas locas y un modo historia kilométrico donde Jin pasaba a ser un dictador mesiánico. Fue espectacular, aunque no todos disfrutaron de su campaña larga y algo repetitiva.

En 2011, «Tekken Tag Tournament 2 ´´(arcade, y en 2012 en PS3, Xbox 360 y Wii U) amplió el concepto del primer Tag, con una plantilla gigantesca que reunía prácticamente a todos los luchadores de la saga. Una auténtica orgía de combos y fanservice. Y por el camino aparecieron rarezas como «Tekken Hybrid´´ (2011, PS3), que mezclaba la peli CGI «Blood Vengeance´´, un Tekken Tag remasterizado y una demo de Tag 2; o «Tekken Revolution´´ (2013, PS3), un experimento free-to-play que se recuerda más por su rareza que por su calidad.

El gran salto moderno fue «Tekken 7´´ (2015 arcade / 2017 PS4, Xbox One y PC), construido en Unreal Engine 4. Aquí se cerraba, supuestamente, el culebrón de la saga Mishima con el enfrentamiento definitivo entre Heihachi y Kazuya. El modo historia era cinematográfico, Akuma de Street Fighter se colaba como personaje canon, y el juego triunfó en el terreno competitivo como pocos. Y en 2024 llegó Tekken 8 (PS5, Xbox Series X/S y PC), con Unreal Engine 5, el sistema Heat que potencia el juego ofensivo y un nuevo capítulo en el eterno conflicto padre-hijo, ahora con Jin intentando redimirse.

En cuanto a los spin-offs, se lanzaron para todos los gustos y colores. «Tekken Card Challenge´´ (1999, WonderSwan) convirtió la saga en un juego de cartas. «Tekken Advance´´ (2001, Game Boy Advance) llevó la experiencia a portátil con resultados más dignos de lo esperado. «Death by Degrees´´ (2005, PS2), un hack and slash con Nina Williams como protagonista, intentó abrir un universo paralelo que no cuajó. «Tekken 3D Prime Edition´´ (2012, Nintendo 3DS) ofreció combates sólidos junto a la peli CGI. Y no podemos olvidar el crossover «Street Fighter x Tekken´´ (2012 en PS3, Xbox 360, PC y PS Vita), que mezcló los estilos de ambas sagas con resultados curiosos, pero no del gusto de todos.

Pero la fiebre Tekken no se detuvo ahí. Varias compañías, como Storm Collectibles o Banpresto, han lanzado figuras de acción y estatuillas de personajes emblemáticos, mientras que los más carismáticos, como Kuma o Panda, incluso han tenido su versión en peluches y llaveros.

El mundo del cómic y el manga también abrió sus puertas a la franquicia, con adaptaciones que expandían la historia de los luchadores más allá de la arena virtual. Y si hablamos de pantalla, Tekken ha dado el salto tanto a la animación como al cine. En 1998 apareció «Tekken: The Motion Picture´´, un OVA que adaptaba los primeros juegos, y más recientemente Netflix estrenó «Tekken: Bloodline´´ (2022), una serie que reavivó el interés por la saga al centrarse en la historia de Jin Kazama. En el lado de la acción real, sin embargo, las películas de 2010 y 2014 no lograron convencer ni a la crítica ni a los fans, quedando como curiosidades dentro del catálogo y siendo unos productos más pestosos que los pedos de Gon.

A todo esto, se suman camisetas, gorras, colaboraciones con marcas de moda y la publicación de bandas sonoras oficiales, que han reforzado la identidad de la saga como algo más que un videojuego: un icono de la cultura pop.

En definitiva, el merchandising de la franquicia es tan variado como sus luchadores. Desde figuras de colección hasta series en streaming, la franquicia ha sabido mantenerse viva y expandirse en diferentes formatos, aunque no siempre con el mismo éxito. Lo que está claro es que, a día de hoy, hablar de Tekken es hablar de mucho más que combates: es hablar de una marca que ha dejado huella dentro y fuera de la pantalla.

En resumen y para ir acabando, que ya fijo os va entrado el hambre, esta carismática saga es un cóctel explosivo de innovación técnica, personajes memorables y una historia irracional pero irresistible. Cada entrega ha dejado su marca, pero Tekken 3 sigue siendo el hito que la llevó a la cima y el juego que muchos todavía sacan en reuniones para demostrar que: – “Sí, ¡Yo también me sé los combos de Hwoarang de memoria”!

Ahora solo nos falta ponernos manos a la obra y elaborar una receta que, aunque poco o nada tenga que ver con la franquicia y por cabezonería de nuestro cocinero que, tras oler demasiado gas en la cocina, ha querido aprovechar el nombre de la elaboración para combinarlo con el de la saga dando como resultado esta delirante acronimia.

Sin más dilación, vamos a enfundarnos nuestro delantal y elaborar esta deliciosa receta para pegar fuerte y con el estómago lleno en el Torneo del Puño de Hierro.

¡Esperemos que os guste! ¡Allé Vamos!

PRESSTARTCOOK

Tekken(ños)

Ingredientes

Para la masa:

-250 Grs Harina Trigo

-1 Huevo

-28,8 Grs Mantequilla (a temperatura ambiente)

-2,5 Grs Sal

-5 Grs Azúcar

-70 Ml Agua

–200 Grs Queso tipo Gouda,Edam, Mozzarella*

Para la salsa

-42 Grs Miel

-15 Grs Mostaza Dijon

-14 Grs Aceite Oliva

-1 Pizca Sal

Elaboración

Lo primero que haremos será mezclar en un bol la harina, la sal y el azúcar.

A continuación, agregaremos la mantequilla (un poquito empomada a temperatura ambiente) y el huevo, mezclando con las manos o con la ayuda de una espátula hasta que se formen grumos.

Incorporamos el agua poco a poco hasta que la masa quede suave, elástica y no pegajosa.

Amasamos durante 5–7 minutos, formando una bola y dejándola reposar tapada con un paño durante 30 minutos.

Una vez pasado el tiempo nos va a tocar estirarla con un rodillo hasta que quede fina (2–3 mm). Ya cuando esté estirada nos va a tocar cortarla en tiras de unos 2 cm de ancho.

Obtenidas ya las tiras vamos a envolver el queso que previamente habremos cortado en bastones de unos 8 cm de largo y 1-1,5 cm de grosor de forma que, con una tira de masa iremos sellando bien los bordes y envolviendo bien toda la pieza para que no se salga al freír. Un buen truco para que se pegue bien la masa y no se nos salga el queso a la hora de freírlos es pintarla con un poquito de agua antes de enrollar.

Ahora vamos a aplastar un poquito los bordes y los vamos a redondear en la mesa presionándolos con la palma de la mano para darles la forma característica de los tequeños.

Cuando las tengamos todas las piezas envueltas vamos a introducirlas en la nevera durante unos 10 minutos, ya que esto nos ayudará a que la masa se endurezca un poco y mantenga el queso dentro durante la cocción.

Mientras se enfrían vamos a elaborar la salsa de manera muy sencilla. Para ello vamos a poner en un bol la miel que removeremos un poco si está fría para que se integre bien al añadir la mostaza. Removemos todo bien para que se mezclen y vaya obteniendo textura y poco a poco iremos añadiendo también el aceite de oliva hasta que todo esté bien mezclado. Ponemos una pizca de sal, removemos nuevamente y también la dejamos enfriar en la nevera hasta que sirvamos los tequeños.

Los sacamos del frío y los vamos a freír ahora en abundante aceite caliente (180 °C) hasta que estén dorados y crujientes.

Escurrimos en papel absorbente y los servimos calientes junto con la salsa.

Y ya veis, queridos lectores, una receta sencilla que nos os va a quitar mucho tiempo de aporrear los mandos y realizar mogollón de combos para poder disfrutarlos con muchas partidas a cualquiera de los títulos que conforman esta carismática e histórica saga de juegos de lucha a la par de poder luchar para ver quién se come el último tequeño del plato.

Eso sí ¡No os olvidéis lavaros las manos antes de tocar los mandos, que si se llenan de grasa podéis provocar la furia de Ogre!

Nosotros sin más nos despedimos hasta la siguiente entrada, esperando que esta haya sido de vuestro total agrado.

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